Cuestión del reguetón
Criticar el reguetón es «políticamente correcto», aunque nadie puede poner en duda la gran popularidad del género. Convendría, eso sí, analizar la manera en que mucha gente quiere imponerlo a la fuerza... con todas sus implicaciones. Nadie debe, nadie puede prohibir el reguetón. Aunque muchos quieran. Porque también hay muchos que saldrán a defenderlo. Es más, lo seguirán bailando y cantando por muy prohibido que esté (y ya se sabe el atractivo de «lo prohibido»). Prohibir, en cuestiones de consumo cultural, es absurdo. Sin contar el conflicto ético que implica prohibirle a alguien acceder a lo que prefiere. El debate no está en la «legitimidad» del género, porque cientos de miles de personas que lo disfrutan en Cuba (millones en el mundo) son la prueba de que ha calado hondo. No vamos ahora a ahondar en las razones por las que tanta gente sigue el reguetón, porque inciden disímiles cuestiones: culturale